martes, 24 de septiembre de 2013

El primer colectivo en Argentina

Su origen en la ciudad de Buenos Aires se remonta a 1928, en que un grupo de taxistas decidió realizar un recorrido fijo anunciándolo con un cartel en su parte delantera y permitiendo subir a más de un pasajero.


El nacimiento del colectivo en la ciudad de Buenos Aires fue una consecuencia de la merma, hacia fines de la década del 20, de los pasajes de taxis debido a la gran competencia de los ómnibus y tranvías. En efecto, el 20 de agosto de 1922 se había creado la primera línea de ómnibus de larga distancia que prestó un servicio continuo en la ciudad. A partir de entonces se habían creado varias compañías y el 13 de diciembre de 1923 fue aprobada la ordenanza general sobre servicios de ómnibus. En enero de 1924 ya existían 16 empresas de ómnibus y otras 16 con solicitud de permiso. Por otra parte, el tranvía, llamado "tramway" por los porteños de aquella época, fue durante 20 años el único medio masivo de transporte y siguió siendo el dueño de la mayoría de las calles de Buenos Aires aun cuando en otras partes del mundo ya había comenzado a declinar.

Los taxistas debieron agudizar el ingenio para atraer clientes realizando servicios especiales, como llevar gente al hipódromo, aprovechar alguna presentación de artistas populares en barrios o zonas cercanas, o llevar gente a las canchas de fútbol los domingos, cobrando una tarifa fija a cada pasajero.

Ómnibus de 28 asientos (Línea 5, Luso Argentina) y colectivo Chevrolet '39 carrocería el Trébol de 11 asientos (línea 36).  Su menor tamaño hacía al colectivo más ágil. 



En 1928, en el Café La Montaña, de Carrasco y Rivadavia (algunos en realidad dicen que fue en la esquina de Rivadavia y Lacarra), se reunían en tertulia algunos taxistas. Entre los más entusiastas, como Desiderio Rodríguez, Manuel Pazos y Lorenzo Forte, surgió la idea de poner en práctica el "auto-colectivo". La primera línea de la ciudad circuló el 24 de septiembre de 1928. Partía desde Primera Junta, paraba en Plaza Flores y finalizaba en Lacarra y Rivadavia. Al poco tiempo los servicios se unieron en una empresa denominada Primera.


Los auto-colectivos de esa primera línea llegaron a ser 40. Llevaban hasta 5 pasajeros y no cobraban boleto al subir: recién cuando llegaban a destino los pasajeros pagaban el viaje (10 centavos hasta Plaza Flores, 20 de punta a punta del recorrido). Al principio, temerosos de sufrir multas o secuestros de vehículos, escribían con tiza en la carrocería las terminales del recorrido. 



Como las mujeres eran reacias a subirse a los colectivos, los dueños contrataron a algunas que viajaban para animar a las demás a hacerlo. Hubo también líneas exclusivas para damas, siendo la que hacía el servicio a Plaza Flores una de las primeras en tener esta modalidad. Comenzaron además a colgar un reloj de bolsillo en el tablero para poder verlo y cumplir con el h
orario de llegada a los destinos. Había taxistas que no gustaban de la innovación, ya que se trabajara más, y el auto podía romperse más fácil por el exceso de peso.


El boleto o comprobante del pasaje no era entregado en un principio y se cobraba al bajar. Por esta razón a fines de los años '30, los colectivos carrozados traían en la parte delantera de su interior, sobre el parabrisas, un largo espejo que le permitía al colectivero ver a sus espaldas y controlar quienes subían y bajaban de la unidad.

Si bien en distintas épocas existieron casos aislados de mujeres que fueron conductoras de colectivos, sin embargo ha imperado la idea machista de que manejar un colectivo es una tarea sólo para hombres.

La situación comenzó a cambiar en 1998 en que el Transporte Automotor Plaza contrató a mujeres conductoras. Llegaron a ser 40. En 2009 bajaron a 22, de entre 26 y 50 años, contra 2.240 hombres del resto del plantel de la empresa.

 Es por éste motivo que se celebra el día del colectivero cada 24 de septiembre.¡Feliz día! 

Edición: Valeria Ledesma

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