La masacre de Trelew consistió en el asesinato de 16 miembros de distintas organizaciones armadas peronistas y de izquierda, presos en el penal de Rawson, capturados tras un intento de fuga y ametrallados posteriormente por marinos dirigidos por el capitán de corbeta Luis Emilio Sosa. Los sucesos tuvieron lugar en la madrugada del 22 de agosto de 1972, en la Base Aeronaval Almirante Zar, una dependencia de la Armada
Argentina próxima a la ciudad.
El 15 de agosto de 1972 miembros de
las organizaciones guerrilleras Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), el
Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y Montoneros intentaron concretar una
fuga masiva de la cárcel de Rawson, donde se encontraban recluidos. Seis jefes
guerrilleros –Mario Roberto Santucho, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna , del PRT-ERP, Marcos Osatinsky y
Roberto Quieto, de las FAR, y Fernando Vaca Narvaja,
de Montoneros- lograron subirse a un avión secuestrado y refugiarse en Chile,
desde donde partirían más tarde hacia Cuba.
Sin embargo, el objetivo perseguido
-la fuga masiva de más de un centenar de personas- no logró alcanzarse. “Se
formaron distintos grupos: un primer grupo de seis, que se fuga, un segundo
grupo de 19, que es el que queda en el aeropuerto, y un tercer grupo de 110, que
no alcanza a fugarse”, señaló el ex jefe montonero Fernando Vaca Narvaja.
Las 19 personas a las que alude el
líder montonero no llegaron al aeropuerto a tiempo para subir al avión y se
rindieron el 16 de agosto ante los efectivos militares, solicitando garantías
públicas por sus vidas en presencia de periodistas y autoridades judiciales. El
capitán de corbeta Luis Emilio Sosa los condujo hacia la Base Aeronaval
Almirante Zar de la ciudad.
Al arribar el contingente al nuevo
destino de detención, el juez Alejandro Godoy, el director del diario Jornada,
el subdirector del diario El Chubut,
el director de LU17 Héctor
"Pepe" Castro y el abogado Mario Abel Amaya, quienes acompañaban como garantes a los detenidos, no
pudieron ingresar con ellos y fueron obligados a retirarse.
El espectacular intento de fuga y el
éxito parcial de los seis máximos jefes guerrilleros, que más tarde lograron un
salvoconducto para huir desde Chile hacia Cuba, tuvieron al gobierno
militar de la autoproclamada Revolución Argentina y a la opinión pública en vilo durante
tensos días. El sentimiento generalizado era que se tomarían cruentas
represalias a manera de escarmiento contra los demás protagonistas de la fuga,
en caso de no lograrse la repatriación de los seis jefes guerrilleros evadidos.
Debido a esta percepción, en la mañana
del 17 de agosto el Partido Justicialista envió un telegrama al ministro del
interior Arturo Mor
Roig con el siguiente
texto: "Reclamamos
respeto derechos humanos presos políticos unidad carcelaria Rawson
responsabilizándolo por su integridad física amenazada por medidas de
represión".
Mientras el gobierno intentaba
presionar por todos los medios al presidente de Chile para que deportara a los
fugados en calidad de prisioneros, toda la zona de Rawson y Trelew era
virtualmente ocupada por fuerzas militares del ejército y gendarmería, quienes patrullaban
continuamente y hacían prácticamente imposible cualquier nuevo intento de fuga.
La propia Base Aeronaval de Trelew mantenía una numerosa dotación de tres mil
efectivos de la Armada. Regía en toda la zona un estado de máxima alerta, todo
lo cual hacía impensable reintentar otra operación de evasión.
La noche del 21 de Agosto permanecían
reunidos en la Casa de Gobierno los miembros de la Junta de Comandantes en Jefe
de las tres fuerzas armadas, colaboradores y ministros. No se brindó ninguna
información a los periodistas que aguardaban noticias.
En la madrugada del
22 de agosto los detenidos fueron instados a salir de sus celdas formando dos
hileras. En ese momento, los militares dispararon sus ametralladoras y mataron
a dieciséis de los diecinueve detenidos. De acuerdo con la versión oficial, uno
de ellos, Mariano Pujadas, había intentado arrebatarle la pistola a Sosa en un
nuevo intento de levantamiento. Sin embargo, los tres sobrevivientes de la
masacre, María Berger, Carlos Alberto Camps y Ricardo René Haidar, gravemente
heridos, aportaron sus denuncias y testimonios sobre el fusilamiento.
La misma
noche del 22 el gobierno sancionó la ley 19.797 que prohibía toda difusión de
informaciones sobre organizaciones guerrilleras. En los días sucesivos, hubo
manifestaciones en las principales ciudades de la Argentina, y numerosas bombas
fueron colocadas en dependencias oficiales como protesta por la matanza.
El 15 de octubre de
2012 el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia resolvió condenar a
prisión perpetua a Emilio Del Real, Luis Sosa y Carlos Marandino como autores
de 16 homicidios y tres tentativas. La sentencia se leyó en el centro cultural
"José Hernández" de Rawson, donde se desarrolló el juicio desde mayo
del mismo año, en una sala en la que había familiares y compañeros de los
fusilados, junto a veteranos militantes chubutenses de la solidaridad con los
presos políticos.
Estos paneles fueron realizados por alumnos del establecimiento para conmemorar los 40 años de la Masacre. Los mismos se exhiben en la entrada del edificio.
Edición: María del Mar Astorga
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